22 octubre 2010

Todo eso que no fue


Nunca te miré los pies.
Y habíamos hablado tanto sobre la importancia de las cosas importantes,
pero si me preguntaran cómo son tus pies, tendría que admitir que no lo sé.
Nunca te miré los pies.
Los tenías ahí, pegados al resto del cuerpo, pero no creí urgente detenerme
en uno, dos, cinco, diez dedos, arco y talón.
Tus pies estarían siempre pegados a tu cuerpo, pegados a mí.
Y entonces no tendría sentido mirarlos todavía.
¿Para qué detenerme en tus pies?
 Ese par de detalles regordetes que adornan el extremo sur de tu esencia.
Toda vos eras apremio de cintura, perfume, ojos, manos, voz.
Ya habría tiempo para los pies.
Qué pequeñez tan diminuta. Un sinsentido. El más enano de los pormenores.

Y ahora que se han ido, pegados al resto de tu cuerpo,
si alguien me preguntara cómo son tus pies, tendría que admitir que no lo sé.

Ya habría tiempo para los pies.


De: "Ser torta apesta"  [http://sertortaapesta.blogspot.com]


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