31 mayo 2011

Una vez conocí a una chica con cara de lluvia.

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Una vez conocí a una chica con cara de lluvia. También tenía una personalidad muy húmeda y vaporosa. Unos ojos con demasiada agua y una cabellera que nunca parecía estar seca. Ella decía que era una enfermedad.

Yo no sabía de donde venía, pero me la encontraba muy seguido. Recuerdo que al principio era como un gran diluvio, luego pasó a ser un chubascón… y así, hasta que me di cuenta que no era más que una llovizna. Ella decía que yo la estaba curando de a poquito.

Pasamos buenos días juntos y hasta teníamos nuestro punto de encuentro. Aunque seguía sin saber nada sobre ella, y ella sobre mí. Fue una buena época, hasta que ya no lo fue más.

Ella solo dejó una nota excusándose, en nuestro punto de encuentro.

Decía que lo sentía, pero que debía partir. Que dizque gracias por aliviar su mal de a poquito. Pero que ella no se curaría así jamás, que lo que ella necesitaba era un cara de sol, para que le secara la lluvia… y que yo tenía cara de esponja.

Era jueves y llovía a cantaros. Un chubascón de los buenos, de esos arruina jardines que hasta salen en las noticias.

Desde entonces, mi cabello no se ha secado. Y mis ojos, tienen demasiada agua.



De: "(cartas desde el espacio)" [http://my-own-hidden-kingdom.blogspot.com]

[Imagen añadida, no en el original]
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18 mayo 2011

Los derechos de las madres (dirigido a menores de 6 años).

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Escrito reivindicativo dirigido no a los gobernantes, ni a la sociedad en general, ni a los empresarios, no. Dirigido a nuestros Chiquininis. Por favor que circule.Se hace saber:
Las madres tenemos derecho a dormir bien al menos de vez en cuando.

Tenemos derecho a comer sin atragantarnos, pausadamente y masticando cada bocado, sin engullir, por favor, que también somos personas.

Tenemos derecho a que se respete nuestra intimidad y no se rebusque en nuestro bolso.

Es más, y hablando de intimidad, tenemos derecho a entrar solas en el baño para hacer pis o ducharnos.

Tenemos derecho a salir por la puerta de casa para ir a trabajar sin que una personita se nos agarre a la pierna cual koala al tronco, haciéndonos sentir de la peor calaña.

Tenemos derecho a irnos solas a algún sitio sin mirar el teléfono ocho veces por si nos han llamado.

Tenemos derecho a darnos crema en la cara por la mañana y/o por la noche, y como mínimo a lavarnos los dientes…

Tenemos derecho a ver las noticias cuando por fortuna pillamos un rato el sofá, y no El Rey León por enésima vez.

Las madres tenemos derecho a hablar con papá, o en su defecto y como mínimo a darle los buenos días. Tenemos derecho también a darle un abrazo sin que un ser que no llega al metro de estatura se interponga y nos separe en plan “por favor, que corra el aire”

Tenemos muchos derechos, pero se nos escapan por algún sitio.


De: "Me gusta ser mamá"   [http://megustasermama.blogspot.com/]

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13 mayo 2011

[Lo que iba a escribir]

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Todas estas palabras se guardarán en el silencio de la boca, en la bóveda del cielo-paladar, en ese lugar donde ya no habrá lenguaje nunca más. Tú me sacaste del lenguaje. Allí era donde yo era contigo, después todo fue absurdo y seguía doliendo. Pero alli donde estoy de espaldas a mi misma y soy impronunciable se escriben cartas de despedida. Cartas para decirte adiós. Cartas para decirte como mi humor vítreo se convirtió en agua ante tu mano al cerrar la puerta. Como me quedé en el desierto del no poder. Como escribo esto ahora mientras me vuelvo río y temblor y boca que quiere quererte y ya no sabe cómo, donde el corazón es un puño rabioso. Donde no hay palabras para mí. Cartas de despedida que dirían en líneas finas y temblorosas:

"Nunca seremos libres,
te voy a querer siempre
(aunque querer sea un verbo que ya sólo se conjugará en pasado)"


De: "Estoy pensando... te estoy recorriendo" [http://sayak.blogspot.com/]

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05 mayo 2011

Michelle

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Era un frío día de otoño inglés la última vez que la vi.
* * *
La brisa, que acariciaba las hojas secas y cálidas, mecía sus rizos castaños y observé que se arrebujaba en su abrigo canela.
Como su olor.
Sentada en un banco me esperaba para decirme “Adieu” para siempre.
Yo dudé entre acercarme y hacerlo real o salir corriendo… Pero, ella, se iba a ir de todas formas, fuera o no a despedirme…
Con resignación y tristeza metí mis manos enguantadas en los bolsillos de mi chaqueta de pana y me acerqué. Me senté a su lado.
No la salude y ella tampoco lo hizo.
No nos miramos y estuvimos, así, juntos toda la tarde. Sin saber qué decir, sin saber como despedirnos.
Solo silencio.
Cuando el sol caía se levantó y de espaldas en un susurro se despidió y hecho a andar abrazándose…
Entonces yo la llamé “¡Michelle!”. Ella paró pero no se giro. “Te quiero” murmuré con los ojos fijos en su espalda. Oí un suspiro y volvió a caminar por el paseo.
Yo me quedé parado, fijo, de pie, al lado del banco y cuando estaba por irme- pues no soportaba verla marchar con indiferencia- ella se giró:
“Je t’aime”
Lo leí en sus ojos glaucos. Lo leí en sus labios rojos. Lo leí en las lágrimas cristalinas que caían por sus rosadas mejillas.
* * *
Y se fue.
Lejos.
Y nunca volví a ver a
“mi Michelle”

De: "¿Fotogramas literarios?" [http://duskofwinters.blogspot.com]

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03 mayo 2011

La danza de la enamorada

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Y un día, acabó.


De: "Invisible voyeur" [http://invisiblevoyeur.blogspot.com/]

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