21 enero 2011

No quiero ser princesa


Ayer, hablando con una amiga sobre relaciones y amor, llegamos a una conclusión: muchas mujeres tenemos complejo de princesas.

Y es que, muchas de nosotras, creemos que necesitamos a ese príncipe que nos salve de la bruja malvada o que nos rescate del torreón. A menudo pensamos que nuestra pareja tiene que solventar o aliviar de alguna manera nuestras propias frustraciones o nuestros propios problemas. Parece que el amor o tener a un chico al lado que nos quiera, nos va a librar de la tristeza o la desidia. Y no es así. Claro que está bien tener alguien con quien compartir lo bueno y lo malo, pero no podemos esperar que sea el bálsamos que todo lo cura.

Mi amiga P por ejemplo, está pasando una época muy mala, hace tiempo que no es feliz, y ahora le han diagnosticado TOC (Transtorno obsesivo compulsivo), y en vez de empezar una terapia, se pasa la vida en las páginas de contactos para ver si encuentra novio.

Mi amiga M hace 3 años que se separó y ella sigue muy colada de su ex, y en vez de intentar superar la ruptura, se dedica a salir por las noches a ligar, a ver si un clavo saca otro clavo.

Mi amiga G, donde tiene que vivir, no conocía a mucha gente, se sentía sola y no era feliz, hasta que se echó novio, entonces ya, todo arreglado.

Mi amiga M.I tiene un grave problema de autoestima, y eso le lleva a tontear con la comida y a hacer estupideces como no salir a la calle si le sale un grano (esto es totalmente real, no es una exageración). Y en vez de intentar superarlo, se dedica a follarse a todo el que se lo propone porque "así se siente deseada".

Mi amiga S se ha quedado en paro y de aburre como una ostra, y no hace más que echarle en cara a su pareja que si siempre llega cansado a casa, que si tienen que salir más... Dice que se siente un despojo, eso le lleva a estar de mal humor y por nada le monta pollos a su pareja, en vez de intentar ocupar su tiempo o hacer algo productivo.

Mi amiga M.M siempre ha querido ser madre joven, formar su propia familia, y ahora se ha ido a vivir con su novio (al que ha dejado muchas veces porque supuestamente no lo quería) como un primer paso para hacerlo.

Pues no señores, no podemos confiar nuestra felicidad a otra persona, tenemos que ser felices por nosotros mismos. No podemos esperar a que venga otra persona e ilumine nuestros días, somos nosotros los que tenemos que abrir las ventanas para que entre la luz. No podemos depender de nadie para ser felices, o por lo menos de una sola persona.

Por muchos motivos: porque no siempre encontramos a ese príncipe que quiera luchar contra el dragón y rescatarnos, y mientras tanto, ¿qué haces? ; porque, aunque lo encuentres, es cierto que la ilusión del principio de las relaciones hace que lo veas todo de color de rosa, pero al final la realidad es la que es; porque aunque ya lo tengas, nadie se merece esa responsabilidad y a la hora de la verdad nadie es capaz de resolver nuestras propias movidas más que nosotros mismos, y en definitiva, porque el único pilar de tu felicidad no puede ser tu pareja.

Así que yo no quiero ser una princesa, no quiero que ningún príncipe venga a rescatarme, ya limaré yo mismas los barrotes de este torreón, ya me haré coleguita del dragón, yo misma mandaré al carajo a mi madrastra.

De: "El diván secreto" [http://eldivansecreto.blogspot.com/]


[Imagen añadida, no en el original]
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1 Opiniones:

Athena Rodríguez dijo...

Muy original y cierto, muchas veces las mujeres se la pasan pensando en chicos que las protejan, cuando no sabemos si ellos necesitan más protección que nosotras; y no hablo de fuerza corporal, sino de la fuerza del carácter, aquella, la del alma, que nos impulsa a librar favorablemente nuestros embrollos y que nos hace tomar decisiones erróneas, que de alguna manera también nos llevan a crecer.